Sócrates: "La única cosa que se es saber que nada sé; y esto cabalmente me distingue de los demás filósofos, que creen saberlo todo."[1]
El acto de enseñanza no es un acto pasivo y que solo se limita a una sola dimensión del ser humano, la educación atraviesa a todo el ser, lo constituye, lo forma, lo hace y lo proyecta dentro de una sociedad.
La educación no solo es una transmisión de contenidos, no, es una acción integral que hace parte de la constitución de la persona.
La educación siempre ha estado unida a la filosofía y la filosofía de la educación, es una relación muy íntima que se da entre estas dos ciencias; la filosofía le aporta a la educación el horizonte, el porqué, el sentido y el para qué, de la acción educativa, le muestra el camino a seguir y el sentido de su acción.
Es la filosofía la que se pregunta qué clase de hombre queremos formar, para qué queremos formar, con qué fin se va a formar, porque es pertinente la educación, cuál es el aporte que esta educación está realizando a la sociedad, etc.
Desde el nacimiento de la formación académica formal en la cultura occidental siempre han estado presentes los filósofos, en la antigua Grecia los primeros centros de formación estuvieron guiados por filósofos, también no podemos olvidar los grupos de seguidores que tenían grandes filósofos y que a partir de ahí crearon una escuela de pensamiento.
Para el ser humano es claro que la educación no solo se basa en la transmisión del conocimiento, sino que esa persona que está aprendiendo también tiene, metas, logros, un estilo de vida, una conducta, una ética, una moral, una espiritualidad, una trascendencia, es en este punto donde la filosofía actúa como guía y base.
No se puede entender un método educativo
que no tenga como base la idea de hombre a formar, la razón del método a
utilizar y la pertinencia sus herramientas, esto anclado a una cultura, una
visión de la realidad y unos fines más allá del contenido temático de las
asignaturas.
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